domingo, 17 de febrero de 2013

BENDITA INOCENCIA




Después de dos semanas disfrazándome para carnavales, ahora que todo ha acabado me invade esa nostalgia que queda tras habernos reunido todos con la ilusión de unos niños pequeños. Y todo para volver a sentir esa sensación de estar libre de preocupaciones, de poder dejarte llevar e inevitablemente no dejar de sonreír ni un instante, hacer un paréntesis en nuestras vidas y simplemente disfrutar el momento.


¿Quién pudiera recuperar la inocencia perdida? Pagaría por volver a ser la niña inocente que creía en la magia, no pensaba que todo tenía truco; la que se ilusionaba la noche en la que se le caía un diente porque un ratoncito iba a cambiárselo por un regalo, y la que se portaba bien en la víspera de Reyes porque la estaban viendo y corría el riesgo de encontrarse carbón al despertar…

Esa sensación tan preciada que todos perdemos sin quererlo, ojalá fuera como la esperanza y fuera lo último que se perdiera. Pero ya no hay vuelta atrás y lo único que podemos hacer es no quitarles la inocencia a los niños que tienen la suerte de seguir con ella, ayudarles a soñar en todo aquello que pronto se esfumará sin dejar nada más que buenos recuerdos de la infancia.

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