“Los Marineros de Las Estrellas llegaron a Los Puertos Del Viento, una serie de islas dispersas en un mundo fantástico de fuertes vientos, tormentas, olas y mares bravos. Los Marineros de Las Estrellas no morían en el mar. Pero vieron que los humanos eran débiles y estaban a merced de las olas. Por eso, para poder comunicarse entre las islas, les hicieron un regalo: les enseñaron a construir y cuidar armazones articulados, y les regalaron el tejido indestructible de sus velas.
Con los armazones y el tejido hicieron alas, que pasaron ya por siempre de generación en generación.”
Este es un pequeño resumen sobre el libro Windhavende George R.R Martin y Lisa Tuttle que me leí hace un tiempo.
Un tejido tan ligero como el aire y tan resistente como el metal. ¿Quién no ha ambicionado alguna vez ser como esa definición?
Un tejido tan ligero como el aire y tan resistente como el metal. ¿Quién no ha ambicionado alguna vez ser como esa definición?
Cada día, mis padres se empeñan en enseñarnos a mi hermana y a mí a construir y cuidar nuestros armazones para nuestras alas. Para cuando nos toque volar. No nos esconden los peligros, pero aunque nos los expliquen hay veces que da miedo tirarse desde el precipicio porque... ¿y si las alas no funcionan? ¿Y si, aunque funcionen, no somos lo bastante fuertes...? ¿Y si no se despliega bien una parte del armazón, o no me he dado cuenta de que estaba roto?
Pues la respuesta es fácil: me caigo.
A veces la caída es dura, a veces es de risa. A veces se debe a una cosa, a veces a otra. Creo que poco a poco voy aprendiendo el valor de la previsión, del cuidado, del entrenamiento... todas estas cosas no son sino esfuerzo, ese esfuerzo que hay que poner en las cosas que realmente quieres. Eso es cosa mía. Es mi parte, mi contribución al vuelo. Mi habilidad para coger las corrientes de aire y disfrutar del paisaje que haya a mis pies, el saber valorar mi estado, el saber adaptarme a la tormenta y hasta ser una con ella. A veces, luchar hasta la cansarme contra el viento. Otras, resguardarse. Otras, volar en grupo. Algunas, buscar la soledad en las alturas.
Hay algo que no es mío. El tejido de mis alas, que me lo han regalado. Mejor dicho, me lo han prestado. Porque yo se lo pasaré, íntegro e indestructible, a otra generación.
El tejido ligero como el aire y fuerte como el acero es el tejido de los sueños, la ilusión que permite volar. Y está tejido con hilos de paciencia, de silencios, de noches en vela, de acompañar al médico, de tomar la lección, de besos de buenas noches. Tiene algún hilo de broncas y alguno de malentendidos. Tiene muchos hilos de risas, de lloros. Ya sabréis que es ese tejido hecho del sentimiento universal, y que todos los padres se lo pasan a sus hijos. Y con ese tejido y mi esfuerzo vuelo, y ya sólo aterrizaré donde y cuando yo quiera.
Porque, una vez que has probado el vuelo,
pasearás la tierra con los ojos vueltos hacia el cielo;
pues allí has estado,
y es allí donde deseas volver.
Leonardo Da Vinci
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