"Me interesa el futuro, porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida." -Woody Allen.
Bienvenido, junio. Nos encontramos ya a las puertas del verano, y aunque el tiempo no acaba de decidirse, suponemos (y esperamos) que el calor llegue pronto a Madrid. Como siempre, nada es eterno, y los cursos escolares no son una excepción. Cada vez que se acaban las clases, cerramos los libros de texto y enterramos la mochila en el armario, toca hacer balance. Cada curso es distinto del anterior, quizá porque tanto compañeros de clase como profesores cambian de un año a otro, tal vez porque las asignaturas que damos no son las mismas, o ¿quién sabe lo que hace un curso distinto del resto?
Al menos para mí, este año ha sido completamente diferente de los anteriores. A pesar de llevar en el Joan Miró cinco años, me he sentido como si fuese una novata. Ya nos habían advertido de que el 'salto' que damos los estudiantes al pasar de cuarto a primero es importante, pero creo que al tener la oportunidad de darle un poco más de dirección a tus estudios, no sólo ganamos en importancia, sino en visión. Y con eso me refiero a que tenemos mucho más presente nuestro futuro que en cursos anteriores. Aunque parezca que no, y a todos nos guste pensar que todavía nos queda un largo verano y un largo curso por delante, dejar el instituto está a un tiro de piedra. Casi podemos sentir el 'monstruo' del futuro acariciar nuestras nucas con ese aliento helado que hace que se nos congelen hasta las ideas.
Crecer da miedo. No hablo de respeto, no, me refiero a miedo de verdad. No digo que ese miedo no se pueda superar, pero no voy a negar que está ahí. Todos nos hemos dado con la cabeza contra la pared cavilando entre esta carrera u otra, peleándonos con la calculadora y las dichosas notas de corte, o mirando cursos de FP, pensando y pensando a cerca de QUÉ exactamente es lo que vamos a hacer como aportación a nuestra sociedad en un futuro que puede ser muy corto...o muy largo.
Afortunadamente, una de las mejores cosas del tiempo es que este no se detiene nunca. Así que por mucho miedo que le tengamos al futuro tarde o temprano tendremos que enfrentarnos a él, y el año que viene por estas fechas, si todo va bien, estaremos acabando los exámenes de selectividad, o buscando trabajo, o haciendo algún curso que nos vaya a servir más adelante.
No tenemos ni idea de qué futuro nos espera, por supuesto, pero hay que tener en cuenta, y esto es algo que todos deberíamos haber aprendido en nuestra corta estancia en este mundo, la vida da muchas vueltas. Nunca sabes con qué te va a sorprender, dado que, aunque discrepo de que exista el destino, también creo que en nuestra vida influyen muchos más factores que nuestra propia conciencia, y que a veces nuestro futuro, por fortuna o por desgracia, está en manos de la suerte.
Paula D.
Bienvenido, junio. Nos encontramos ya a las puertas del verano, y aunque el tiempo no acaba de decidirse, suponemos (y esperamos) que el calor llegue pronto a Madrid. Como siempre, nada es eterno, y los cursos escolares no son una excepción. Cada vez que se acaban las clases, cerramos los libros de texto y enterramos la mochila en el armario, toca hacer balance. Cada curso es distinto del anterior, quizá porque tanto compañeros de clase como profesores cambian de un año a otro, tal vez porque las asignaturas que damos no son las mismas, o ¿quién sabe lo que hace un curso distinto del resto?
Al menos para mí, este año ha sido completamente diferente de los anteriores. A pesar de llevar en el Joan Miró cinco años, me he sentido como si fuese una novata. Ya nos habían advertido de que el 'salto' que damos los estudiantes al pasar de cuarto a primero es importante, pero creo que al tener la oportunidad de darle un poco más de dirección a tus estudios, no sólo ganamos en importancia, sino en visión. Y con eso me refiero a que tenemos mucho más presente nuestro futuro que en cursos anteriores. Aunque parezca que no, y a todos nos guste pensar que todavía nos queda un largo verano y un largo curso por delante, dejar el instituto está a un tiro de piedra. Casi podemos sentir el 'monstruo' del futuro acariciar nuestras nucas con ese aliento helado que hace que se nos congelen hasta las ideas.
Crecer da miedo. No hablo de respeto, no, me refiero a miedo de verdad. No digo que ese miedo no se pueda superar, pero no voy a negar que está ahí. Todos nos hemos dado con la cabeza contra la pared cavilando entre esta carrera u otra, peleándonos con la calculadora y las dichosas notas de corte, o mirando cursos de FP, pensando y pensando a cerca de QUÉ exactamente es lo que vamos a hacer como aportación a nuestra sociedad en un futuro que puede ser muy corto...o muy largo.
Afortunadamente, una de las mejores cosas del tiempo es que este no se detiene nunca. Así que por mucho miedo que le tengamos al futuro tarde o temprano tendremos que enfrentarnos a él, y el año que viene por estas fechas, si todo va bien, estaremos acabando los exámenes de selectividad, o buscando trabajo, o haciendo algún curso que nos vaya a servir más adelante.
No tenemos ni idea de qué futuro nos espera, por supuesto, pero hay que tener en cuenta, y esto es algo que todos deberíamos haber aprendido en nuestra corta estancia en este mundo, la vida da muchas vueltas. Nunca sabes con qué te va a sorprender, dado que, aunque discrepo de que exista el destino, también creo que en nuestra vida influyen muchos más factores que nuestra propia conciencia, y que a veces nuestro futuro, por fortuna o por desgracia, está en manos de la suerte.
Paula D.
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Un fantástico resumen de todo el año. ¿Te parece como él último artículo de la revista?
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