Cada año que pasa, sobre todo en los que transcurrimos en la enseñanza primaria, nos llegan circulares a comienzos de diciembre, avisándonos de la hambruna que hay en el mundo, y la situación miserable en la que se encuentran millones y millones de personas. Y a continuación nos anuncian las donaciones que se realizarán en la segunda semana del propio mes, a países africanos, entre los que destacan Etiopía, Camerún y la República Democrática del Congo como recibidores de tales ayudas.
La cuestión me la planteo cuando observo que a lo largo del año, no se vuelven a repetir estas solidarias acciones. La única época del año en la que "nos convertimos en solidarios" es en Navidad...
Pero, ¿porque debemos ser solidarios solo en Navidad? ¿Porque no organizar "mercadillos" o proyectos a corto plazo en diferentes épocas del año, de modo que las planifiquemos de forma consecuente, prudente y con perspectivas hacia un futuro mejor, lo que hoy en día solo puede entenderse como una utopía?
Hemos sido educados en una sociedad en la cual, nos guste o no, la religión tiene un gran peso e influencia, celebrando la Navidad con un objetivo común en numerosos hogares: el mantener a la familia unida, porque la Navidad es una época para estar todos juntos, querernos y perdonar.
No se nos debe olvidar que las injusticias ocurren a lo largo de todo el año, y estas personas a las cuales queremos ayudar, no disfrutan de un descanso entre meses, sino que durante toda su vida sufrirán las desgracias, y siempre necesitarán ayuda, repito, no solo en Navidad.
Sé que esto contado anteriormente es un tema muy común y comentado, pero jamás me cansaré de tratarlo, y lucharé, en la medida en la que pueda, por lograr cambiar una pequeña parte de este mundo injusto y superficial, así como condicional, en el que nada se hace sin un interés propio.
María B.
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