viernes, 8 de marzo de 2013

Tortura, ni arte, ni cultura.


Antes de comenzar esta entrada quiero avisar de que mi opinión acerca del tema sobre el que voy a escribir ya está formada. Y aunque considero que el aprendizaje y la búsqueda de respuestas no debe terminar nunca, estoy completa y absolutamente en contra de los encierros y las corridas de toros, así como de cualquier forma de lo que yo considero tortura hacia los animales. Por tanto, esta no va a ser una entrada objetiva, sino de opinión.


Aún así, y a pesar de mi firme convencimiento de que esto no es ni arte ni cultura, sino tortura, también opino que es necesario conocer las dos caras de una misma moneda, así como creo en que las personas nos debemos a nuestro sentido crítico, y que por tanto, debo empezar esta entrada exponiendo los argumentos de los que defienden está “tradición.”

Aquí van algunos de ellos:

-    La tauromaquia es parte de la cultura española y tiene una tradición milenaria. Es uno de los pocos restantes de antiguas culturas orientales. Excomulgarla sería menospreciar esta componente tan especial de la cultura española. 
- Antes de la corrida, al toro bravo se le trata mucho mejor que a los toros de matanza de la bioindustria.
- La corrida de toros es una muestra del aprecio y respeto de la fuerza del animal.
- Los toros bravos solo son criados por su bravura durante la corrida. La abolición de los toros significa la pérdida de una especie de animales única.



Bien. Si yo tuviese delante al autor de estas palabras mi primera reacción sería la de coger aire, apretar la mandíbula y reprimir el impulso agresivo que seguro me sacudiría por dentro. ¿Por qué? Porque como hemos aprendido en filosofía este trimestre, vivimos en una sociedad civilizada y las cosas, señores, se resuelven mediante el diálogo y la palabra. Por tanto, dialoguemos.


 Respecto al primer argumento: de ninguna manera la tradición justifica comportamientos y acciones que en la sociedad de hoy en día, una sociedad en la que se respeta el medio ambiente y a sus especies animales, no tienen cabida. Era también tradición en el imperio romano arrojar a los presos a la plaza de los leones, y ahora mismo no vemos a los italianos aplaudiendo exultantes en sus plazas viendo como se sacrifican a personas. Y aquí es donde algunos de vosotros os lleváis las manos a la cabeza y decís: “Pero eso eran personas. ¡Lo nuestro son animales!”. Bien. ¿Qué hay del ejemplo de sacrificios religiosos con animales, en, por poner un ejemplo cercano a nosotros, el cristianismo? ¿Acaso los que vais a misa los domingos os encontráis al cura de turno cuchillo en mano dispuesto a manchar el altar de sangre? Segundo argumento (voy a hacer como que me creo que es cierto que tratan mejor al toro antes de las corridas): El hecho de que existan situaciones peores no justifica una situación en sí negativa. Este argumento es como defender que no debemos quejarnos acerca de la disminución de la calidad en nuestra enseñanza pública porque hay miles y miles de niños en el mundo que ni siquiera tienen oportunidad de ir a la escuela. Y esto mismo es aplicable a la sanidad. Tercer argumento: Bien. Llegados a este punto me encuentro con uno de los argumentos que más me ‘repatean’ (lo siento, pero la otra palabra para definirlo empieza por ‘j’ y no estaría bien ponerla en una redacción). ¿Cómo va a ser una tortura, una demostración de aprecio al torturado? ¿Me explican ustedes qué le importa al toro el hecho de poder luchar por su vida demostrando su honor, su valía, etc., etc.? Los que defienden la tauromaquia defienden que se puede torturar a los animales ya que estos no sufren igual que nosotros. ¿Y a su vez defienden que el toro tiene consciencia de los conceptos de ‘valor, honor, orgullo’? Así que, ¿No sufren, pero piensan? Muy lógico.

Cuarto argumento: Este es el último argumento de la selección que he hecho, y al que me resulta más complicado responder, aun así, sabemos que el toro existe y ha existido desde hace mucho tiempo, y que desde luego su ferocidad y bravura no la hemos creado los humanos. El toro, como todo animal en la naturaleza que haya sobrevivido siguiendo la lógica darwiniana, ha tenido que sobrevivir luchando contra otros animales para defender su territorio y asegurar la continuidad de la especie.

En conclusión, para mi todo esto es simplemente una degradación de los derechos de los animales, una tortura que desde luego no tiene sitio en nuestros tiempos, y que como muchas otras 'tradiciones', debería desintegrarse a favor del progreso y el respeto.

Paula D.

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