Consiste en un matrimonio en el cual una de las dos partes se casa en contra de su voluntad y a la fuerza. La práctica del matrimonio forzado estuvo muy extendida entre las clases altas europeas hasta el 1900, y es llevada a cabo todavía en el sur de Asia, Oriente Medio y África. Inmigrantes de estas áreas geográficas siguen poniendo en práctica este tipo de matrimonios en sus comunidades establecidas en Europa occidental y América del Norte contra las leyes del derecho civil de estos países, donde se debe respetar la libre voluntad de las personas.
Obligar a una persona a casarse no es delito, pero viola los derechos humanos fundamentales lo que supone violencia física, psicológica e incluso sexual. Es una costumbre que persiste aún en muchos países. Oponerse a un matrimonio forzoso y escapar de él suele suponer la ruptura con el entorno familiar. Las mujeres son casadas forzosamente en plena niñez mediante un rito tradicional, y miles de niñas hacen frente a matrimonios indeseados, y a estos matrimonios vienen unidos la prostitución y la pedofilia en muchos casos. Aunque, uno de los casos más impactantes que yo he visto fue el de una mujer que había sido violada, y posteriormente, había tenido que contraer matrimonio con su violador con el objetivo de limpiar la honra de su familia.
Lo peor de todos es que los casos que salen a la luz son solo la punta del iceberg de muchos otros casos que no son descubiertos. Por cuestión de honor, tradición, cultura, presión familiar, o mero miedo, muchas mujeres sufren este tipo de situaciones en silencio. Muchos se amparan en sus creencias con el fin de justificar estos matrimonios confundiendo tradición y religión.
Cambiar las cosas que han funcionado durante muchos años es difícil, pero no imposible.
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