En la película, Morfeo le pregunta a Neo “¿qué es real?” ¿Cómo definiríamos algo “real”? Es un adjetivo que describe todo aquello que podemos sentir. La realidad, tal y como la conocemos, la olemos, la probamos, la tocamos, la vemos. Pero en Matrix nos intentan romper completamente esa definición que tenemos de “real”. En la película, lo que sentimos no existe. Son solo señales que recibe nuestro cerebro. Como cuando soñamos. ¿Y quién no se ha despertado de un sueño tan real que en él hemos podido sentir toda esa historia que propone nuestro cerebro?
¿Realidad o ficción?
Aunque si esto fuera así, que estuviéramos soñando nuestra vida, como se plantea en Matrix, habría muchas opiniones al respecto. Muchos pensarían que debemos “despertarnos” y poder vivir la verdadera realidad. Pero otros preferirían quedarse en ese sueño. Es una de las frases de la película: “la ignorancia es la felicidad”. A veces, la realidad puede ser demasiado real, quizás algo que nuestro propio cerebro ni siquiera esté acostumbrado a percibir. Quizás nos lleve a la locura. O quizás la locura nos libere como personas. Como le pasa a Segismundo, protagonista de La vida es sueño. Al salir de su torre, él siente toda esa “realidad” de palacio: los lujos, el amor, el desprecio. No sabe qué hacer, y termina haciendo el mal ya que está confuso. ¿Hacia dónde dirigir sus sentimientos? todo es desconocido para él... Y por eso, cuando le devuelven a la torre, prefiere quedarse con la realidad que siempre ha conocido. Por lo menos así, no siente que ha hecho todo mal.
Siempre nos quedamos con el lado bueno de las cosas, pero (y aquí se plantea otra seria cuestión) ¿qué es más importante: ser libres o ser felices? Más allá de la ciencia ficción, en Matrix plantean a la raza humana como una especie “no libre”. De hecho, son cultivos, están sometidos, y por tanto no tienen libertad externa. ¿Y libertad interna? Aunque cueste creerlo, sí. Es cierto que no tienen una libertad interna en la realidad, porque no la conocen, pero en su sueño, dentro de su mente son totalmente libres de elegir lo que quieren hacer con su vida. Sin embargo, su libertad interna está condicionada, no es total, ya que nunca podrán elegir entre vivir la realidad, o seguir en un sueño.
Muchas veces nos quedamos atascados en un sueño. Atrapados en otra historia porque es mejor y más tolerante con nosotros. O simplemente porque es conocida y no nos va a dar más sorpresas. Entonces debemos elegir entre hacer uso de nuestra libertad y soltarnos de ese lastre que nos condiciona o vivir más fácilmente.
Yo elijo hacer uso de la libertad. Despertarse, poco a poco, de ese sueño y saborear en pequeñas dosis la realidad. Al principio pensarás que por qué son tan agridulces, pero es que la vida es así. Y un día, sin darte cuenta, te has hecho a la medida de ésta. Solo así puedes evitar un problema que a simple vista no notamos cuando elegimos vivir en un sueño. Y es que de repente, en cualquier momento, puede aparecer la realidad y pegarnos un golpe tan fuerte que quizás no nos permita recuperarnos. Así quiero vivir: haciendo uso de pequeñas muestras de valentía que me lleven cada día un paso más allá del despertar a la libertad.
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