A “la Madre Naturaleza” se la define como un sistema perfecto, saludable y también sabio. Encierra un concepto de bondad, cuidado, amor, cariño y consideración. Sin embargo, todos hemos visto documentales de la naturaleza actuando de forma salvaje, es un sistema sangriento y desconsiderado con sus criaturas, sobre todo con las más débiles. Seguro que alguna vez te ha dado pena ver como una cría de hámster es devorada por su madre al considerarla la más débil de la camada, pajaritos que echan del nido a sus hermanos por ser más pequeños y enclenques, leones que matan a crías de leona para que ésta vuelva a entrar otra vez en celo, hormigas que tienen esclavos, también hay depredadores que matan para jugar con la comida y entrenar a sus cachorros, plagas acabando con cosechas, tornados, terremotos, infecciones virales, niños que mueren por alergias porque no toleran alimentos como la leche o el huevo, o que son alérgicos a algo “tan natural” como es el polen.
No es cierto que lo natural siempre sea mejor que lo artificial. De hecho, nuestros cuerpos son estructuras químicas que para mantenerse con estabilidad necesitan incorporar otras estructuras químicas y energéticas. Cuando hace miles de años aparece el ser humano y nos desarrollamos como especie, lo hicimos al mismo tiempo que nuestro entorno natural. Nuestros cuerpos evolucionan con la química que nos rodea y tenemos presente. Si incorporamos a nuestro organismo compuestos químicos que no se encuentran en el entorno tendremos muchas posibilidades de que la química de nuestro cuerpo no reaccione correctamente a estos compuestos. Nuestros antepasados tuvieron que adaptarse a los químicos que se encontraban en la atmósfera y el entorno y los que no lo hicieron enfermaron y murieron quedando como siempre los más fuertes y preparados.
Muy bien, una pregunta: ¿La naturaleza es moral? ¿Le tenemos que atribuir una intención moral?
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