La razón por la que actuaba Gandhi se basaba en el reconocimiento del valor de cada persona, de su dignidad y en que todas sus acciones se debían basar en valores y principios UNIVERSALES más allá de las consecuencias de si le convenían o no o de si le afectaban o no a él individualmente.
Yo veo en Gandhi, como unas reglas de oro por las que se regía: ponerse en el lugar de otro, no hacer a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti, la libertad de cada uno acaba donde empieza la libertad de otro y la más importante que es obrar de tal manera que la máxima de tu voluntad pueda convertirse en norma universal. Algunos de sus grandes valores eran la verdad, la no violencia, la autodisciplina, la simplicidad, la no posesión y la igualdad.
No tuvo nunca riquezas, pertenencias, ni títulos oficiales, no le interesaba adquirir poder político, obtener beneficios personales ni demostrar nada a nadie. Por el contrario, era humilde. Fue, en definitiva, un claro ejemplo del máximo grado de madurez moral.
Todo esto me ha hecho reflexionar y pensar que si desde los colegios e institutos se transmitieran y trabajaran los valores que se consideren más valiosos y se hiciera reflexionar sobre lo que es justo pero desde una perspectiva universal y se concienciara que todo lo global o universal repercute en la individualidad se estaría en el buen camino.
Deberían ponernos a los alumnos en situaciones que podamos pensar y decidir que acciones son mejores que otras y porqué. Hacernos ver que las cosas no son buenas porque te gustan sino que me gustan porque son buenas.
En definitiva mejorar y practicar la capacidad de razonar moralmente.
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