lunes, 20 de mayo de 2013

Huyendo de la soledad

Hoy en día, en nuestro país, la mayoría de las personas vivimos inmersas en la ajetreada vida de las ciudades. No somos capaces de percatarnos de la vida que llevan otras personas no tan lejos de nosotros. Me refiero a esos otros que viven en la zona rural de España, que parece estar en ‘’período de extinción’’, cada año más y más pueblos, al ser totalmente abandonados, pasan a formar parte del olvido, los llamados ‘’pueblos fantasma’’.


Esto ha hecho que muchas áreas rurales creen un gran número de puestos de trabajo para atraer a nuevos habitantes y poder evitar su inminente despoblación, un grito de ayuda que en algunos casos ha logrado su objetivo. Aun así no siempre es suficiente para algunas personas que prefieren mantener su vida en la ciudad, rechazando esa oportunidad de trabajar por mucho que lo necesiten.

Aunque se vea como un comportamiento poco razonable se podría explicar, ya que el ser humano cada vez es más social, en ocasiones incluso basa únicamente su vida en las relaciones con las demás personas.

Mucha gente tiene miedo a la soledad, necesita sentir el ir y venir de las personas y el bullicio como señal de compañía. La tranquilidad y el silencio de los pueblos pocos poblados les acercaría más a esta sensación. Las personas mayores se han acostumbrado a este tipo de vida, pero generación tras generación estos hábitos van cambiando y no es fácil para nosotros acostumbrarnos a vivir ‘’aislados’’ si hemos vivido antes en la gran ciudad. 

Ahora solo acudimos a estos lugares para desconectar cuando ya estamos demasiado cansados, al tener que ajustarnos al ritmo de la sociedad urbana y necesitamos un respiro, pero que no durará más de unos pocos días en la mayoría de los casos, siempre volvemos a nuestro vaivén habitual rodeados de gente y sintiéndonos demasiado ocupados para pensar en problemas y obligaciones.

Marta I.

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