jueves, 9 de mayo de 2013

Una pequeña confesión...

¿Nunca has sentido que has defraudado a una de las personas que más quieres? ¿Y comienzas a pensar en todo aquello que podrías haber hecho para que las cosas se hubiesen dado de otra manera, y para no haber causado un determinado dolor en quien tu consideras especial?

Siempre nos dicen que tenemos que actuar como creemos que es correcto, y de la manera en que nosotros consideramos adecuada, lo que no nos dicen , son las consecuencias. "No nos leen la letra pequeña de nuestro contrato de vida".
La única manera que tenemos para descubrir y comprobar esas repercusiones tapadas por la sedosa y fina sábana del misterio, es tomando decisiones. Ahora bien, no pretendamos que esas decisiones gusten a todo el mundo, ya que es imposible. Es humana y moralmente imposible lograr el apoyo de todos los individuos humanos. 

Con 8 años descubrí mi primera pasión, la cual me acompañó durante 7 largos años de mi vida. El piano. Comencé con sencillas obras de Thompson, y fui progresando hasta conseguir deslizar los dedos por las mismas notas en las que Mozart, Beethoven, Bach, Burgmüller o Chopin lo habían hecho. Claro está que el deslizar mis dedos por dichas teclas, no suponía que tocase ni una décima parte de lo que todos estos grandes músicos tocaban.¡Qué más quisiera yo! Tuve un par de baches a lo largo de mi aprendizaje como joven músico, en los cuales me planteé el abandonar, pero tuve la gran suerte de contar con los mejores profesores y con el gran apoyo de mi eterna compañera. Conseguí superar los 6 años de enseñanza básica, momento en el que me sentí plenamente feliz y orgullosa. 








Pero aquí no acabó todo. Decidí proseguir con este gran instrumento, tanto físico como psíquicamente, con el cual me había sentido relajada desde el primer momento en que acaricié el pomo de mi aula de música y respiré el aroma de encontrarme al lado de la persona que me iba a enseñar como manejar al complejo instrumento del piano.
Al finalizar el curso pasado comencé a sentir algo distinto con respecto a él. No conseguía centrarme en lo que para mí para había sido una afición, un hobbie, una distracción...
Finalmente, decidí dejarlo, de lo cual me arrepiento enormemente. No solo por la cantidad de gastos económicos que supone tocar un instrumento durante tanto tiempo y además tenerlo presente en casa, como regalo de Navidad, sino por todo el tiempo empleado en practicar y practicar, y a estudiar el lenguaje básico para leer música, así como para comprenderla.

Siento que defraudé a mi madre en el mismo instante en que la dije que pretendía abandonar, y la destrocé cuando lo hice.

POR TODO ELLO PIDO PERDÓN, por el esfuerzo que empleó para que pudiera aprender uno de las grandes artes que tenemos en nuestra dimensión cultural.  

Lo que pretendo comunicar con esta pequeña historia es que hagamos lo que hagamos, siempre habrá alguien a quien le desagrade, pero las únicas personas que deben preocuparte son aquellas que sabes que estarán apoyándote en todos los proyectos de vida que te plantees. Aquellas que realmente te quieren y sabrán como aconsejarte para evitar que cometas los mismos errores...


María B. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario