lunes, 20 de mayo de 2013

INSTINTO DE SUPERVIVENCIA

Hoy durante la clase de filosofía me ha llamado mucho la atención un tema que hemos comentado. Este trataba sobre una ley, la Ley del Mar, que se establecía antiguamente cuando ocurría un naufragio. Esta dice que tras un hundimiento  si hay supervivientes que se encuentran en un bote  salvavidas, y están faltos de alimentos, estos tendrán que echar a suertes  el destino de su vida, ya que el que pierda servirá de alimento para los demás.

 El proceso consiste en cortar tantos cabos de una cuerda, como supervivientes haya, y el  que se lleve el cabo más corto será el que pierda. En caso de que  este proceso no se eche a suertes y se elija sin el consentimiento de la persona. Este acto será considerado como asesinato y en consecuencia, en caso de que sobrevivieran, serían castigados con la cárcel. Antaño el castigo que les esperaba era la muerte.

A lo largo de la historia se han dado casos de naufragios en los cuales se ha producido canibalismo entre los supervivientes. Algunos de estos casos son por ejemplo el del Essex, un ballenero hundido por un cachalote el 20 de noviembre de 1820 en el Océano Pacífico. Las personas que sobrevivieron fueron aproximadamente unas veinte, y debido a la deriva estas llegaron a una isla del pacífico. Al cabo de unos días todos los recursos de la isla se habían agotado, por lo que todos los supervivientes menos tres, decidieron adentrarse de nuevo en la mar. Debido a la falta de alimentos  estos tuvieron que recurrir a la ley del  mar, y echaron a suertes quien sería el elegido. Al cabo de 95 días a la deriva fueron rescatados por dos barcos. En total siete de todos los marineros que sobrevivieron al naufragio, fueron víctimas del sorteo.  A los supervivientes  no se les castigó con la cárcel ya que las ejecuciones las habían echado a suertes.


Prácticamente todo el mundo conoce las tradiciones que se llevaban a cabo en caso de naufragio. Estas consistían en que  primero abandonaban el barco las mujeres y los niños, y finalmente  la última persona en irse debía de ser el capitán.

 Nunca antes  había oído nada acerca de esta ley,  y al escucharla, al principio me parecía una crueldad y un acto muy egoísta. Pero si te paras a pensar detenidamente, he llegado a la conclusión  de que  ante tal situación, uno no actúa moralmente, sino que lo que prevalece son los instintos de supervivencia.  En esos momento en los que no tienes nada con que alimentarte, uno se olvida de quienes son sus amigos, y lo único que le importa es salir con vida de esa situación. En casos extremos los seres humanos nos convertimos en animales y olvidamos quienes somos.

Desde un punto de vista moral, este tema puede ser muy polémico, ya que para lo que a uno les puede resultar moralmente correcto, a otros les puede parecer completamente lo contrario. 


Cristina R.

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